Ficha técnica
Título: RÍO ARRIBA
Dirección: Ulises de la Orden
País: Argentina
Año: 2005
Duración: 72 min.
Género: Documental
Guión: Miguel Pérez, Ulises de la Orden, Paz Encima, Germán Cantore
Web: www.rioarriba.com.ar
Productora: INCAA, Polo Sur Films, Universidad del Cine
Fotografía: Lucio Bonelli
Montaje: Germán Cantore
Música: Ricardo Vilca
Productor: Juan de la Orden, Manuela Willimburgh, Ulises de la Orden
Reseña
Al mejor estilo Gastón Pauls, Ulises de la Orden nos trae aquí documental basado en la historia de un pueblo Kolla que desde la instauración del Ingenio San Isidro, los aborígenes que allí vivían, se vieron obligados a vender su fuerza de trabajo para que les permitan vivir en esas tierras, que desde un principio les pertenecían. Ulises parte del recuerdo de su abuelo, primero peón, pero que luego de unos años llegó convertirse en el dueño de este ingenio azucarero.
El film se va narrando desde el presente, hacia el pasado. A medida que va descubriendo más sobre la vida de su abuelo, se va dando cuenta que de a poco esa imagen inconmensurable que tenía desde un principio se iba borrando poco a poco. Parte del presente estado del Ingenio, cuyo actual dueño le cuenta como las nuevas tecnologías fueron suplantando a los trabajadores. Rescata también el recuerdo de un grupo de ancianos de la zona, que le cuentan un poco sobre como era el trabajo que realizaban los aborígenes y como estos se manejaban.
En su búsqueda por reconstruir la historia, se dirige a Iruya, ciudad que albergaba a esta comunidad Kolla. En el camino se encuentra a un hombre llamado Bernabé que lo va a guiar en el pueblo. Una vez allí descubre que la realidad fue y es peor de lo que le habían contado. El tío de Bernabé, se presta al diálogo y muy amablemente hace algunas menciones sobre su antiguo trabajo en el Ingenio San Isidro. “Al lado del río (donde cortaban las cañas) la gente muchas veces…la gente desaparecía.” Por si esto fuera poco, “En la fábrica moría más gente, sin reclamo”. “No sé si es verdad, pero se decía que el Patrón Costas mandaba a matar gente.” Allí en Iruya, Ulises descubre las causas de por qué los Kolla se volvieron mano de obra esclava (y que todavía no han dejado de serlo). Al no tener el título de sus tierras (tierras que les pertenecen, sin necesidad de título alguno que lo especifique), el terrateniente les cobraba arrienda por vivir y cultivar allí. Para pagar ese capricho, debían ir a las zafras, abandonando las “terrazas”, su principal técnica de cultivo, que pasaron a ser sólo un atractivo turístico. Por otro lado, también los comerciantes los endeudaban, vendiéndoles productos a precios impagables. Para salvar esa deuda, debían trabaja r en el Ingenio. Hoy todavía no logran conseguir el título de sus tierras que el permitan autoabastecerse y siguen aún sumisos a la explotación terrateniente.
Es muy difícil hacer un análisis sobre la película en su totalidad. Debo reconocer que, si bien la trama te atrapaba, el ritmo no lograba adecuarse a las necesidades del film, y por momentos el nivel de atención decaía notablemente. Un tanto pausado, lento un tono voz bajo y constante.
Pero ya en el plano de análisis de la problemática, es muy positivo que el INCAA promueva y solvente este tipo de proyectos que invitan a la reflexión. Que logra ofrecernos un espacio para pensar frente al avasallamiento de la lógica comercial sobre la industria cultural, que grandes estragos está haciendo.
Una vez que el film termina, las sensaciones que quedan son varias. Por un lado nostalgia y tristeza por la situación que se está viviendo ya la injusticia que sufren estas personas, y por el otro, impotencia, bronca por saber que esa realidad existe y que uno no hace lo suficiente para cambiarla. El tema está entonces cómo canalizar ese bagaje de sentimientos. Es importante fomentar este tipo de espacios donde la reflexión se hace presente, y saber que esta otra realidad existe, por más que no la veamos cara a cara, y que por si sola no se va a resolver, por lo que no podemos quedarnos de brazos cruzados.
lunes, 18 de agosto de 2008
Sin vuelta atrás
Por fin llegamos, después de largas horas de viaje en micro, aquí estamos. Formosa. ¡Qué hermosa que sos! Pero esta vez, no son tus ríos, arroyos o lagos, ni tus parques, selvas o praderas. No, nada de eso me trajo hasta aquí. Un pueblito muy chiquito, bien al norte es lo me tiene sobre tus tierras. Ni siquiera la gran Clorinda, que por la zona se encuentra. “Colonia La Primavera” o “Nainek” como verdaderamente la denominaron los primeros integrantes de la Comunidad Toba que allí se asienta. Pero tampoco es la zona geográfica en sí lo que me moviliza, sino, la gente que en ella habita. Algunos ignorantes, después de quinientos años, todavía se atreven a llamarlos “indios”. ¡Qué ingenuos! ¡Qué ingratos! Allí en Nainek vive una comunidad aborigen toba, desde el origen de todos los tiempos, cuando “el Hombre y la Pachamama eran uno sólo” (así suelen contarme). Son ellos los que año tras año me “obligan” a visitar estas tierras.
El camino es de tierra y el sol pega fuerte. Pero nada de eso impide nuestro asentamiento en la “Escuela 308”, donde realizamos anualmente nuestras actividades. La directora nos recibe con una cálida bienvenida y nos dice que ya es un poco tarde y que recién mañana los chicos vendrán a la escuela. Para que se entienda un poco mejor, es necesario que haga una aclaración: este viaje tiene como objetivo principal el trabajo con los chicos, principalmente el juego con ellos. Poder devolverle, en esta pequeñísima y escasa semana, un poco de la infancia que les fue robada. Nosotros no venimos a traerles ni juguetes, ni ropa ni nada. Alguno que otro podrá decir esto que hacemos es completamente insignificante, ya que las necesidades son primordialmente materiales Pero nosotros estamos convencidos, que suficiente han tenido ya con los punteros políticos, que tanto los han humillado y manoseado. Lo nuestro es otra cosa. Es el trabajo y el encuentro personal, cara a cara, sin “canasta familiares” o “planes de familia” de por medio.
Al día siguiente, como bien nos advirtió la directora, los chicos llegaron temprano al colegio. Su sorpresa al vernos es enorme. Especialmente por nuestras narices de payasos, y caras pintarrajeadas. Una sonrisa ilumina sus caras. ¡Cómo extrañaba esas caritas! ¡Y qué grandes que estaban algunos! Una vez más volví a descubrirme en sus miradas, en su pelo, en sus manitas y en sus sonrisas. Cómo olvidarlos, si son ellos los que han marcado mi vida para siempre. Otra vez estaba en el lugar en el que debía estar, del cual nunca debí haberme ido.
Comenzamos con canciones, como era habitual. Mi sorpresa es enorme, ¡algunos chicos todavía las recordaban! “El gusanito”, “la casita”, “la china”. Y con el pasar del tiempo y de los cantos, los más tímidos se van soltando, y los más grandes empiezan a ayudarnos en le animación de la ronda. De repente, un o de los animadores invita a todos a que cantáramos la “canción del pollo”. Entonces, algo mágico sucede: los chicos empiezan a cantarla en toba. Todos juntos y al sonido unificado de una sola voz, se les escucha decir “…Olega, olega, olega ole olchié. Olega ole chiá. Olega ole…”. Nuestro asombro es incalculable. Me cuesta poder expresar con palabras esto que está pasando. Lo que si puedo decir, es que estoy en condiciones de afirmar que mis sentimientos se asemejan mucho a aquello que se conoce como felicidad. ¡Ya está! Objetivo más que cumplido. Pudimos dejar ese recuerdo, ese mensaje en sus corazoncitos. Así se debe haber sentido el principito al saber que se había ganado el corazón del zorro que nunca iba a volver a ver.
Los días van pasando y las sorpresas siguen llegando. A través de una “mancha” de una “carrera”, de una “soga” encontramos un canal que compartimos íntegramente y por el cual la comunicación logra ser pura. Es el anteúltimo día y Félix nos invitó a pasar el día a su casa. Jamás dejo de asombrarme con este hombre. Su paz, su fuerza, su sencillez, su pobreza y su grandeza a la vez. Nos cuenta mil y una historias de vida, de cómo están siendo explotados, y del trabajo constante que está realizando. ¿Cómo hace un hombre para seguir habiéndosele muerto un hijo en brazos por tuberculosis, una enfermada que hoy en día es fácilmente tratable? ¿De dónde saca la fuerza este hombre? ¿Y qué hago yo ahora? Estas y muchas otras preguntas rondan en mi cabeza sin encontrar respuesta alguna.
Es sábado. Y si. El momento tenía que llegar, tarde o temprano esto iba a pasar. Es necesario emprender el regreso a nuestras casas. ¡Qué chica que queda una semana dentro del año! Esto nos pasa una y otra vez. Los deseos de quedarnos son inmensos pero, a la vez no podemos abandonar todo lo que tenemos en nuestros hogares así como así. Pero tampoco creo que sea tan necesario volver. Finalmente me dejo llevar por mis coordinadores y emprendo, otra vez la angustiosa vuelta.
No sé qué me depara el futuro, qué es lo que vendrá o si estaré listo o no a enfrentarlo. Sólo se que este viaje no es un viajesucho cualquiera, en el que el “contacto con otras culturas” es el factor predominante. No. Esto es otra cosa. Es un cambio radical. Nunca voy a volver a ser el mismo. Una semana, nada más ni nada menos. Sé que es poco tiempo, insignificante tal vez. Pero también sé que esa semana, ha cambiado mi vida para siempre.
El camino es de tierra y el sol pega fuerte. Pero nada de eso impide nuestro asentamiento en la “Escuela 308”, donde realizamos anualmente nuestras actividades. La directora nos recibe con una cálida bienvenida y nos dice que ya es un poco tarde y que recién mañana los chicos vendrán a la escuela. Para que se entienda un poco mejor, es necesario que haga una aclaración: este viaje tiene como objetivo principal el trabajo con los chicos, principalmente el juego con ellos. Poder devolverle, en esta pequeñísima y escasa semana, un poco de la infancia que les fue robada. Nosotros no venimos a traerles ni juguetes, ni ropa ni nada. Alguno que otro podrá decir esto que hacemos es completamente insignificante, ya que las necesidades son primordialmente materiales Pero nosotros estamos convencidos, que suficiente han tenido ya con los punteros políticos, que tanto los han humillado y manoseado. Lo nuestro es otra cosa. Es el trabajo y el encuentro personal, cara a cara, sin “canasta familiares” o “planes de familia” de por medio.
Al día siguiente, como bien nos advirtió la directora, los chicos llegaron temprano al colegio. Su sorpresa al vernos es enorme. Especialmente por nuestras narices de payasos, y caras pintarrajeadas. Una sonrisa ilumina sus caras. ¡Cómo extrañaba esas caritas! ¡Y qué grandes que estaban algunos! Una vez más volví a descubrirme en sus miradas, en su pelo, en sus manitas y en sus sonrisas. Cómo olvidarlos, si son ellos los que han marcado mi vida para siempre. Otra vez estaba en el lugar en el que debía estar, del cual nunca debí haberme ido.
Comenzamos con canciones, como era habitual. Mi sorpresa es enorme, ¡algunos chicos todavía las recordaban! “El gusanito”, “la casita”, “la china”. Y con el pasar del tiempo y de los cantos, los más tímidos se van soltando, y los más grandes empiezan a ayudarnos en le animación de la ronda. De repente, un o de los animadores invita a todos a que cantáramos la “canción del pollo”. Entonces, algo mágico sucede: los chicos empiezan a cantarla en toba. Todos juntos y al sonido unificado de una sola voz, se les escucha decir “…Olega, olega, olega ole olchié. Olega ole chiá. Olega ole…”. Nuestro asombro es incalculable. Me cuesta poder expresar con palabras esto que está pasando. Lo que si puedo decir, es que estoy en condiciones de afirmar que mis sentimientos se asemejan mucho a aquello que se conoce como felicidad. ¡Ya está! Objetivo más que cumplido. Pudimos dejar ese recuerdo, ese mensaje en sus corazoncitos. Así se debe haber sentido el principito al saber que se había ganado el corazón del zorro que nunca iba a volver a ver.
Los días van pasando y las sorpresas siguen llegando. A través de una “mancha” de una “carrera”, de una “soga” encontramos un canal que compartimos íntegramente y por el cual la comunicación logra ser pura. Es el anteúltimo día y Félix nos invitó a pasar el día a su casa. Jamás dejo de asombrarme con este hombre. Su paz, su fuerza, su sencillez, su pobreza y su grandeza a la vez. Nos cuenta mil y una historias de vida, de cómo están siendo explotados, y del trabajo constante que está realizando. ¿Cómo hace un hombre para seguir habiéndosele muerto un hijo en brazos por tuberculosis, una enfermada que hoy en día es fácilmente tratable? ¿De dónde saca la fuerza este hombre? ¿Y qué hago yo ahora? Estas y muchas otras preguntas rondan en mi cabeza sin encontrar respuesta alguna.
Es sábado. Y si. El momento tenía que llegar, tarde o temprano esto iba a pasar. Es necesario emprender el regreso a nuestras casas. ¡Qué chica que queda una semana dentro del año! Esto nos pasa una y otra vez. Los deseos de quedarnos son inmensos pero, a la vez no podemos abandonar todo lo que tenemos en nuestros hogares así como así. Pero tampoco creo que sea tan necesario volver. Finalmente me dejo llevar por mis coordinadores y emprendo, otra vez la angustiosa vuelta.
No sé qué me depara el futuro, qué es lo que vendrá o si estaré listo o no a enfrentarlo. Sólo se que este viaje no es un viajesucho cualquiera, en el que el “contacto con otras culturas” es el factor predominante. No. Esto es otra cosa. Es un cambio radical. Nunca voy a volver a ser el mismo. Una semana, nada más ni nada menos. Sé que es poco tiempo, insignificante tal vez. Pero también sé que esa semana, ha cambiado mi vida para siempre.
El héroe de las mil caras
Así Joseph Campbell titula su libro en le cual realiza un análisis, un tanto psicoanalítico, del mito. Hace mención a un número de generalidades sobre el tema. Los componentes del mito, el modo de interpretación, el modo de apreciación, “normas y reglas básicas”, etc. De manera significativa y saliente, podemos rescatar al menos dos reflexiones primordiales: el héroe mitológico y modo de análisis que hay que tener sobre ellos.
Haciendo referencia a este heroico protagonista, podemos extraer algunos puntos interesantes. Campbell afirma que la aventura mitológica de este personaje se reduce a tres grandes momentos: la separación, la iniciación y el retorno. Formando una fórmula universal, presente en toda obra. Tomando los cuentos religiosos como parámetro, afirma que el héroe parte de una tierra conocida, cercana. Generalmente inicia sus aventuras en su tierra de origen, o bien, en lugares que le son familiar. Luego, un acontecimiento maravilloso ocurre y se lo encomienda a realizar un viaje hacia lo desconocido, lo lejano y lo peligroso. Un viaje que lo separa de su cotidianeidad, que lo lleva por caminos sinuosos e ignotos. Debe dirigirse hacia un escenario totalmente opuesto al cual estaba acostumbrado, donde está obligado a superar peligrosísimas pruebas que pondrán su vida en peligro en más de una ocasión. Una vez alcanzado el objetivo nuestro héroe vuelve victorioso y airoso a la comodidad de su casa, donde es recibido como salvador. Así logra reinsertarse en la sociedad y continuar con su vida normal hasta que se le presente una nueva aventura que emprender.
Por otro lado, debemos hablar sobre el modo de análisis del mito. Según Joseph Cambell, debe dejarse de lado la interpretación científica. Es decir, debemos dejarnos llevar por la magia, los misterios, los acontecimientos sorprendentes e inimaginables, dejando de inspeccionarlos con una lógica científica que no contribuye en nuestra interpretación. Es necesario, comprender que el mito debe contemplarse como huella del pasado, sin buscar adaptaciones a nuestra realidad temporal. Deben ser tratados con la seriedad que se merecen, sin caer en clásicos que prejuicios que ponen a los mitos como meros cuentos infantiles. Ya lo mencionaba Aristóteles en sus reflexiones sobre el teatro griego: no se trata de obras sencillas que sólo buscan el entretenimiento de la audiencia, sino que se habla de comedias, de tragedias, en donde el entretenimiento pasa a segundo plano, y la transmisión de valores morales pasan a ocupar en plano principal de las obras.
Considero que estos puntos son de vital importancia para comprender, estudiar y apreciar un buen cuento mitológico. Las barreras a superar en la interpretación y el conocimiento del héroe, protagonista de innumerables aventuras. Estas reflexiones pueden apreciarse en distintos tipos de obras literarias: cuentos maravillosos, tradicionales o leyendas. Por lo que no se ajustan solo a los mitos sino también a todo este tipo de géneros. Radica ahí la prioridad que le otorgo a estas dos cuestiones, hechas originariamente por el locuaz Jospeh Campbell.
Haciendo referencia a este heroico protagonista, podemos extraer algunos puntos interesantes. Campbell afirma que la aventura mitológica de este personaje se reduce a tres grandes momentos: la separación, la iniciación y el retorno. Formando una fórmula universal, presente en toda obra. Tomando los cuentos religiosos como parámetro, afirma que el héroe parte de una tierra conocida, cercana. Generalmente inicia sus aventuras en su tierra de origen, o bien, en lugares que le son familiar. Luego, un acontecimiento maravilloso ocurre y se lo encomienda a realizar un viaje hacia lo desconocido, lo lejano y lo peligroso. Un viaje que lo separa de su cotidianeidad, que lo lleva por caminos sinuosos e ignotos. Debe dirigirse hacia un escenario totalmente opuesto al cual estaba acostumbrado, donde está obligado a superar peligrosísimas pruebas que pondrán su vida en peligro en más de una ocasión. Una vez alcanzado el objetivo nuestro héroe vuelve victorioso y airoso a la comodidad de su casa, donde es recibido como salvador. Así logra reinsertarse en la sociedad y continuar con su vida normal hasta que se le presente una nueva aventura que emprender.
Por otro lado, debemos hablar sobre el modo de análisis del mito. Según Joseph Cambell, debe dejarse de lado la interpretación científica. Es decir, debemos dejarnos llevar por la magia, los misterios, los acontecimientos sorprendentes e inimaginables, dejando de inspeccionarlos con una lógica científica que no contribuye en nuestra interpretación. Es necesario, comprender que el mito debe contemplarse como huella del pasado, sin buscar adaptaciones a nuestra realidad temporal. Deben ser tratados con la seriedad que se merecen, sin caer en clásicos que prejuicios que ponen a los mitos como meros cuentos infantiles. Ya lo mencionaba Aristóteles en sus reflexiones sobre el teatro griego: no se trata de obras sencillas que sólo buscan el entretenimiento de la audiencia, sino que se habla de comedias, de tragedias, en donde el entretenimiento pasa a segundo plano, y la transmisión de valores morales pasan a ocupar en plano principal de las obras.
Considero que estos puntos son de vital importancia para comprender, estudiar y apreciar un buen cuento mitológico. Las barreras a superar en la interpretación y el conocimiento del héroe, protagonista de innumerables aventuras. Estas reflexiones pueden apreciarse en distintos tipos de obras literarias: cuentos maravillosos, tradicionales o leyendas. Por lo que no se ajustan solo a los mitos sino también a todo este tipo de géneros. Radica ahí la prioridad que le otorgo a estas dos cuestiones, hechas originariamente por el locuaz Jospeh Campbell.
Tesis sobre el cuento
Ricardo Piglia realiza una breve reflexión sobre algunos puntos relacionados con el cuento. Propone dos tesis con las que va trabajar a lo largo de todo su análisis.
Un cuento siempre cuenta dos historias. Muy a pesar de las apariencias, el cuento narra siempre dos historias que se complementan y que permiten darle forma al hilo conductor. La primera, es la que se cuenta en primer plano. Mientas que la segunda, es la que se construye en secreto. Cada una, trata su historia de manera particular y distinto de la otra. Y es el cruce entre ambas, como ya mencionamos, el fundamento de su constitución, lo que determina la totalidad de la narración en sí. Esto no se refiere a un sentido oculto librado a la interpretación libre, sino que el enigma que se crea es puramente funcional a la narración cifrada. Se trata de un relato que encierra otro relato secreto.
La historia secreta es la clave de la forma del cuento y sus variantes. Esta historia secreta se construye con lo no-dicho, con lo sobrentendido y la alusión, y es a su vez la que determina la forma al cuento. Refiere a la “Teoría del iceberg” de Ernest Hemingway para explicar que el significado total de un texto no se limita al argumento principal, sino que siempre hay una red de asociaciones e inferencias sumergidas, que son la llave para comprender el cuento.
Luego, tres cuentos parecieran ilustrar la teoría de Piglia. “Cuento de marineros” de Chejov, “La forma de la espalda” de Borges y “¿Porqué no bailan?” de Carver. Si se me permite quisiera agregar que entre los tres, el cuento del argentino sobresale por sobre los otros. La manera con que juega con el enigma, que pareciera que nunca se va a resolver, pero que al final de relato encuentra solución. Piglia hace un análisis sobre Borges que bien se releja en el texto de este escritor. La relevancia que se le otorga a las dos historias que se encuentran dentro del cuento principal, logra verse con claridad en “La forma de la espalda”, donde ambas historias terminan complementándose y cerrando una exquisita historia.
Un cuento siempre cuenta dos historias. Muy a pesar de las apariencias, el cuento narra siempre dos historias que se complementan y que permiten darle forma al hilo conductor. La primera, es la que se cuenta en primer plano. Mientas que la segunda, es la que se construye en secreto. Cada una, trata su historia de manera particular y distinto de la otra. Y es el cruce entre ambas, como ya mencionamos, el fundamento de su constitución, lo que determina la totalidad de la narración en sí. Esto no se refiere a un sentido oculto librado a la interpretación libre, sino que el enigma que se crea es puramente funcional a la narración cifrada. Se trata de un relato que encierra otro relato secreto.
La historia secreta es la clave de la forma del cuento y sus variantes. Esta historia secreta se construye con lo no-dicho, con lo sobrentendido y la alusión, y es a su vez la que determina la forma al cuento. Refiere a la “Teoría del iceberg” de Ernest Hemingway para explicar que el significado total de un texto no se limita al argumento principal, sino que siempre hay una red de asociaciones e inferencias sumergidas, que son la llave para comprender el cuento.
Luego, tres cuentos parecieran ilustrar la teoría de Piglia. “Cuento de marineros” de Chejov, “La forma de la espalda” de Borges y “¿Porqué no bailan?” de Carver. Si se me permite quisiera agregar que entre los tres, el cuento del argentino sobresale por sobre los otros. La manera con que juega con el enigma, que pareciera que nunca se va a resolver, pero que al final de relato encuentra solución. Piglia hace un análisis sobre Borges que bien se releja en el texto de este escritor. La relevancia que se le otorga a las dos historias que se encuentran dentro del cuento principal, logra verse con claridad en “La forma de la espalda”, donde ambas historias terminan complementándose y cerrando una exquisita historia.
Los Mares del Sur
Primero que todo debo, reconocer que este poema despertó en mí un enorme mezcla de sentimientos, por lo tanto cualquier nota, análisis o reflexión que pueda llegar a realizar, va estar marcado por una línea absolutamente subjetiva y sentimentalista.
Pavese narra el encuentro entre un hombre de pueblo, que vivía en Turín, y su primo, un trotamundo que actualmente estaba asentado en su pueblo natal. En el poema se cuenta principalmente la vida y los viajes de este primo, que tanto ha llamado mi atención.
Este viajero está caracterizado como un explorador. Un hombre libre en busca de aventuras, y con afán de libertad, que nunca iba a poder encontrar en el pequeño pueblo, en el que había nacido. Seguramente su destino estaba en la herrería, la carpintería, el trabajo de la tierra, o algún otro trabajo pueblerino. No conforme con esto, sale en búsqueda de otra cosa. En búsqueda de tierras lejanas, de pueblos desconocidas, de mares aún no descubiertos. Invadido por un deseo de conocer el mundo, deja su pueblo y emprende su viaje por mar. Viaje que iba a durar veinte largos años.
Durante este tiempo, en tierra firme, sus familiares, nunca pudieron perdonarle ese desprecio por lo que ellos le ofrecían. “¿Qué ingrato, acaso el pueblo no era lo suficientemente bueno para él?”. Jamás mostraron algún gesto de apoyo o de confianza. De hecho, muchos, lo daban por muerto. La idea de regreso de este primo descarrilado era impensada, inclusive para el más comprensivo y piadoso de todos.
Pero un día, al finalizar la guerra, volvió, y su regreso no fue un acontecimiento menor. Airoso, y triunfante, estaba otra vez en casa. Nunca había podido olvidar su pequeño pueblo. Siempre tuvo presente la idea de estar con su familia. Y ahí estaba. Pero los rumores no dejaba de acecharlo y por lo bajo los parientes comentaban “En un año, a lo sumo, lo despilfarra todo y vuelve a irse. Así mueren los desesperados”. A pesar de muchos, logró reinstalarse y hasta se casó.
Por último, me atrevo a decir que en su interior sigue guardado ese deseo desenfrenado de viajar por Mares del Sur. La razón de su regreso, no he podido comprenderla del todo, pero se que estoy en condiciones de afirmar que su corazón no pertenece a tierra firme.
Pavese narra el encuentro entre un hombre de pueblo, que vivía en Turín, y su primo, un trotamundo que actualmente estaba asentado en su pueblo natal. En el poema se cuenta principalmente la vida y los viajes de este primo, que tanto ha llamado mi atención.
Este viajero está caracterizado como un explorador. Un hombre libre en busca de aventuras, y con afán de libertad, que nunca iba a poder encontrar en el pequeño pueblo, en el que había nacido. Seguramente su destino estaba en la herrería, la carpintería, el trabajo de la tierra, o algún otro trabajo pueblerino. No conforme con esto, sale en búsqueda de otra cosa. En búsqueda de tierras lejanas, de pueblos desconocidas, de mares aún no descubiertos. Invadido por un deseo de conocer el mundo, deja su pueblo y emprende su viaje por mar. Viaje que iba a durar veinte largos años.
Durante este tiempo, en tierra firme, sus familiares, nunca pudieron perdonarle ese desprecio por lo que ellos le ofrecían. “¿Qué ingrato, acaso el pueblo no era lo suficientemente bueno para él?”. Jamás mostraron algún gesto de apoyo o de confianza. De hecho, muchos, lo daban por muerto. La idea de regreso de este primo descarrilado era impensada, inclusive para el más comprensivo y piadoso de todos.
Pero un día, al finalizar la guerra, volvió, y su regreso no fue un acontecimiento menor. Airoso, y triunfante, estaba otra vez en casa. Nunca había podido olvidar su pequeño pueblo. Siempre tuvo presente la idea de estar con su familia. Y ahí estaba. Pero los rumores no dejaba de acecharlo y por lo bajo los parientes comentaban “En un año, a lo sumo, lo despilfarra todo y vuelve a irse. Así mueren los desesperados”. A pesar de muchos, logró reinstalarse y hasta se casó.
Por último, me atrevo a decir que en su interior sigue guardado ese deseo desenfrenado de viajar por Mares del Sur. La razón de su regreso, no he podido comprenderla del todo, pero se que estoy en condiciones de afirmar que su corazón no pertenece a tierra firme.
Lección de fotografía
“PALAISE DE GLACE”, un cartel inmenso orientó mi despistada y desconcertada búsqueda de algo distinto, de algo que me renovara. Había leído en el diario de la fecha sobre una muestra fotográfica que allí se realizaba. Decidí entrar. Una mujer vestida de pantalón negro y de campera bordeaux que tenía grabada la palabra “SEGURIDAD”, me invita a pasar, a que deje mi enorme y sospechosa mochila en el vestidor y me indica exactamente donde se encontraba la muestra. El primer piso.
Subí las escaleras y llegué. Un inmenso salón se hallaba frente a mis ojos. En el medio, un balcón que daba a otra exhibición en la planta baja del edificio, y a su alrededor, sobre las paredes, un sinfín de fotos ordenadas toas de manera bastante simétrica: columna – foto grande – columna - foto chica – columna - foto grande – columna - foto chica, y así sucesivamente.
Una música armoniosa de fondo, mostraba la pasividad y tranquilidad de la muestra. No así ocurría con las fotografías. Cada una de ellas tenía una vigorosidad, una fuerza realmente impresionante. Sus colores, o la falta de ellos, sus tamaños, sus marcos, o su ausencia (porque no es lo mismo un marco de color negro o uno de color blanco, uno de madera, que uno de metal, o uno con vidrio que cubra la foto que otro sin él), sus representaciones, sus historias, si vida. Todos y cada uno dignos de admiración, a pesar que mi conocimiento sobre el tema sea la misma que la de un niño sobre las composiciones anatómicas sobre los elementos.
La gente, por más escasa que era, se movían de un lado para el otro, haciendo notar su presencia. Algunos caminaban bastante rápido, como si algo los apurase, sin detenerse en observar la historia particular de cada fotografía. Incapaces de ver más allá solo podían quedarse con lo superfluo, lo meramente estético. Mientras que otros, se pasaban largos minutos frente a una sola foto, inspeccionándola minuciosamente, como si detrás de ella existiera un mundo al cual jamás podría acceder y cuya única forma de acercarse a esa otra dimensión es a través de la fotografía. Por último un guardia que recorría toda la exposición y que particularmente seguía mis pasos y con frecuencia me lo encontraba detrás de mi espalda. No quise indagar el motivo de su constante persecución hacia mi persona y seguí en mi camino.
Caminé, caminé y caminé. Una y otra vez miraba las fotografías buscando algo que llamara significativamente mi atención. Y entonces la vi. Una fotografía de Yanina M. García que no tenía título, pero que aclaraba que era de la colección “Familia”. Una familia entera durmiendo al lado de la pileta en lo que daba a entender que era su country. Ah, por poco me olvidaba, la foto era de 1997. Y fue ahí cuando lo comprendí todo. Era el mero reflejo de la clase media argentina durante la década de los noventa, mostrado en esta familia tirada en las comodidades de su casa-quinta. Como todos gozaban y dormían en las ventajas que esa época les otorgaba mientras la economía argentina, más bien el país entero se iba a pique.
Habiendo encontrado la fotografía más expresiva de todas, y ya cansado de jugar al crítico de imagen me dirigía la salida, donde la mujer de la campera de SEGURIDAD me devolvió mi mochila y me abrió la puerta muy amablemente, con una enorme sonrisa.
Subí las escaleras y llegué. Un inmenso salón se hallaba frente a mis ojos. En el medio, un balcón que daba a otra exhibición en la planta baja del edificio, y a su alrededor, sobre las paredes, un sinfín de fotos ordenadas toas de manera bastante simétrica: columna – foto grande – columna - foto chica – columna - foto grande – columna - foto chica, y así sucesivamente.
Una música armoniosa de fondo, mostraba la pasividad y tranquilidad de la muestra. No así ocurría con las fotografías. Cada una de ellas tenía una vigorosidad, una fuerza realmente impresionante. Sus colores, o la falta de ellos, sus tamaños, sus marcos, o su ausencia (porque no es lo mismo un marco de color negro o uno de color blanco, uno de madera, que uno de metal, o uno con vidrio que cubra la foto que otro sin él), sus representaciones, sus historias, si vida. Todos y cada uno dignos de admiración, a pesar que mi conocimiento sobre el tema sea la misma que la de un niño sobre las composiciones anatómicas sobre los elementos.
La gente, por más escasa que era, se movían de un lado para el otro, haciendo notar su presencia. Algunos caminaban bastante rápido, como si algo los apurase, sin detenerse en observar la historia particular de cada fotografía. Incapaces de ver más allá solo podían quedarse con lo superfluo, lo meramente estético. Mientras que otros, se pasaban largos minutos frente a una sola foto, inspeccionándola minuciosamente, como si detrás de ella existiera un mundo al cual jamás podría acceder y cuya única forma de acercarse a esa otra dimensión es a través de la fotografía. Por último un guardia que recorría toda la exposición y que particularmente seguía mis pasos y con frecuencia me lo encontraba detrás de mi espalda. No quise indagar el motivo de su constante persecución hacia mi persona y seguí en mi camino.
Caminé, caminé y caminé. Una y otra vez miraba las fotografías buscando algo que llamara significativamente mi atención. Y entonces la vi. Una fotografía de Yanina M. García que no tenía título, pero que aclaraba que era de la colección “Familia”. Una familia entera durmiendo al lado de la pileta en lo que daba a entender que era su country. Ah, por poco me olvidaba, la foto era de 1997. Y fue ahí cuando lo comprendí todo. Era el mero reflejo de la clase media argentina durante la década de los noventa, mostrado en esta familia tirada en las comodidades de su casa-quinta. Como todos gozaban y dormían en las ventajas que esa época les otorgaba mientras la economía argentina, más bien el país entero se iba a pique.
Habiendo encontrado la fotografía más expresiva de todas, y ya cansado de jugar al crítico de imagen me dirigía la salida, donde la mujer de la campera de SEGURIDAD me devolvió mi mochila y me abrió la puerta muy amablemente, con una enorme sonrisa.
Estar allí
En este texto, el famoso antropólogo interpretativista Clifford Gertz menciona alguna de sus principales premisas sobre su revolucionario método llamado “Descripción Densa”. Específicamente hace hincapié en el tipo de trabajo etnográfico que el antropólogo debe realizar y cómo este debe volcarlo en sus escritos.
Este nuevo método de Gertz revolucionó el modo de encarar una investigación en este campo. Le otorgó al nativo a estudiar un papel trascendental a la hora de realizar conjeturas y explicaciones sobre la comunidad analizada. El antropólogo parte de la observación de lo a él le resulta extraño, que a su vez es cotidiano para los demás habitantes. Luego se entrevista con hombres y mujeres de esta sociedad. Y por último, en un trabajo de recopilación, une las respuestas obtenida de los nativos con las conclusiones que él mismo pudo realizar. Así, a través de la Descripción Densa, se puede obtener como producto final, el trabajo más representativo posible de lo que se está estudiando, dándole la importancia que se merece a las significaciones, las tradiciones, las representaciones, etc. Es a través de esta metodología en la cual el científico o lector logra acercarse lo más posible a esta sociedad “remota”, “lejana” y “primitiva”.
En “Estar allí”, Clifford Gertz, le otorga especial importancia a la presencia del científico en el ámbito en el cuál desea estudiar. Lo relevante de un estudio etnográfico es el análisis de la comunidad en si, en su totalidad, y al individuo inserto en ella. Por lo tanto, la presencia del etnógrafo en el territorio donde se desenvuelve cotidianamente nuestro objeto de estudio. A su vez, hace una dura crítica a la Antropología Enciclopedista argumentando que no se puede vagar por las bibliotecas reflexionando sobre cuestiones literarias y descontextualizadas, sino que hace falta una observación presencial. Según Gertz, el antropólogo, en sus textos debe convencer a sus lectores que estuvo en el lugar de estudio. Que no se tarta de simples relatos de un mercader o de algún viajero que ha logrado conocer esas tierras lejanas y con los que cualquier antropólogo evolucionista hubiese tomado para armar sus teorías. Sino que la instancia principal del estudio etnográfico es el “estar allí”.
Este nuevo método de Gertz revolucionó el modo de encarar una investigación en este campo. Le otorgó al nativo a estudiar un papel trascendental a la hora de realizar conjeturas y explicaciones sobre la comunidad analizada. El antropólogo parte de la observación de lo a él le resulta extraño, que a su vez es cotidiano para los demás habitantes. Luego se entrevista con hombres y mujeres de esta sociedad. Y por último, en un trabajo de recopilación, une las respuestas obtenida de los nativos con las conclusiones que él mismo pudo realizar. Así, a través de la Descripción Densa, se puede obtener como producto final, el trabajo más representativo posible de lo que se está estudiando, dándole la importancia que se merece a las significaciones, las tradiciones, las representaciones, etc. Es a través de esta metodología en la cual el científico o lector logra acercarse lo más posible a esta sociedad “remota”, “lejana” y “primitiva”.
En “Estar allí”, Clifford Gertz, le otorga especial importancia a la presencia del científico en el ámbito en el cuál desea estudiar. Lo relevante de un estudio etnográfico es el análisis de la comunidad en si, en su totalidad, y al individuo inserto en ella. Por lo tanto, la presencia del etnógrafo en el territorio donde se desenvuelve cotidianamente nuestro objeto de estudio. A su vez, hace una dura crítica a la Antropología Enciclopedista argumentando que no se puede vagar por las bibliotecas reflexionando sobre cuestiones literarias y descontextualizadas, sino que hace falta una observación presencial. Según Gertz, el antropólogo, en sus textos debe convencer a sus lectores que estuvo en el lugar de estudio. Que no se tarta de simples relatos de un mercader o de algún viajero que ha logrado conocer esas tierras lejanas y con los que cualquier antropólogo evolucionista hubiese tomado para armar sus teorías. Sino que la instancia principal del estudio etnográfico es el “estar allí”.
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