Antes de leer “Q`alota avauallegueye”, considero que hacen falta contar algunas cosas que rodean el texto, que no aparecen dentro del mismo y que considero que harán mucho más rico su lectura. A modo de análisis, se puede decir que todo lo allí escrito está atravesado íntegramente por el viaje que realice a Colonia La Primera (en la ciudad de Clorinda, Formosa). Es decir que para realizar un buen repaso por lo que fue la producción de este trabajo, no puedo dejar de mencionar todos los preparativos que debieron efectuarse para que todo saliera como nosotros queríamos, o por lo menos para que se acercara lo más posible a aquello que buscábamos. Por lo tanto, creo que por simple deducción es necesario dividir mi exposición en tres momentos claves que permitan su comprensión: pre-Clorinda, durante Clorinda y post-Clorinda.
Mucho más que simples valijas
Hay varios momentos en la preparación de un viaje. Primero decide irse de viaje concretamente, luego se determina el destino, mas tarde se eligen las actividades que se van a realizar en el este lugar, después se preparan las cosas que se van a llevar y por último se emprende la travesía. Haciendo una sincera recapitulación, nosotros faltando un mes para irnos no teníamos decidido si nos íbamos a ir de viaje o no. Las complicaciones eran cada vez mayores y las soluciones no se asomaban. La pregunta entonces es, ¿por qué tantos problemas en realizar un emprendimiento como este, si lo que prima fundamentalmente en este tipo de casos es la voluntad de las personas que deciden ir? No es una pregunta muy sencilla de contestar. En realidad es bastante complejo, pero voy a tratar de ser lo más breve posible, porque yo tampoco termine de entender del todo el por qué de tantos problemas para irnos
Este proyecto estaba encabezado por una institución religiosa, por el Colegio San Francisco de Sales, y se llevó a cabo durante cuatro años. Yo ingresé en el segundo año de experiencia. “El proyecto consistía en viajar una semana a Formosa para que los alumnos del colegio y aquellos que participan de alguna otra actividad que colegio encabezaba tuvieran la oportunidad de conocer otra realidad diferente de la que estaban acostumbrados, y pudieran así, utópicamente, salir de la burbuja en que cada uno vivía.” Simplemente les contaré cómo funcionaba sin omitir ningún juicio de opinión, porque considero que este no es el espacio apropiado. La estadía se dividía en seis paradisiacos lugares: La escuela de km. 4, El barrio toba, El hogar Benito y las islas Pando y Buey Muerto. Y los chicos elegían a donde pasarían su semana de vacaciones ayudando a quienes no podían vivir solos y necesitaban la presencia de este grupo de alumnos de Capital. Por cuestiones de fácil deducción, el proyecto luego de cuatro años no pudo sostenerse más. Las donaciones no llegaron y los costos se hicieron imposibles de solventar. Pero lo más determinante fue la rotunda ausencia del grupo de gente que iba al Barrio toba (de la cual formaba parte), que por disconformidad en el planteamiento de la propuesta, decidió hacerse a un lado. Todo esto generó que por orden del Padre Superior (quien siempre permanecía en su cuarto piso, excepto cuando se hacían donaciones de dinero y comida, momentos en los que bajaba a la planta baja a mostrarse como representante del proyecto y recibir aquello que se nos mandaba) la propuesta se disolviera.
Para ese entonces nuestro compromiso era tan grande que a ninguno de nosotros se nos pasó por la cabeza dejar de ir a Colonia La Primavera. Además como ya mencione, hace tiempo que estábamos disconformes con lo que se proponía y siempre pensamos en abrirnos y viajar por nuestra propia cuenta. Esta era nuestra oportunidad de mostrarnos a nosotros mismos que podíamos organizar algo y encarar el trabajo allá sin ninguna figura eclesiástica que nos dijera qué hacer y a donde ir. Parecía todo muy sencillo, pero a medida que nos acercábamos a la fecha, las complicaciones se acrecentaban y nuestra presencia en tierras formoseñas sonaba más a utopía que a realidad. Los contactos con la gente que allí conocíamos no se podían concretar, no recibíamos muchas respuestas claras y por si esto fuera poco, acá en capital cada vez más eran los que se bajaban y daban un pie al costado; a tal punto que terminamos siendo cuatro las personas que íbamos a viajar. Un amigo, una amiga con su padre y yo. Esto si bien nos permitió conseguir fácilmente un lugar donde dormir, hacía mucho más difícil una enormidad de cuestiones, que al final repercutieron en el trabajo que allí realizamos.
Pero la suerte cambió y faltando una semana, por un gran esfuerzo de personas como el Padre Raúl, la directora de la escuela 308 de la Municipalidad de Laguna Blanca, que nos brindaron más comodidades de las que esperábamos, teníamos todo resuelto, sólo faltaba subirnos al micro y partir
Colonia La Primavera
Lo único que importaba ahora era sentarme en el asiento el micro que me correspondía y disfrutar de las próximas dieciocho horas que tenía por delante. Pero nada de todo eso mi importaba, lo único que sabía es que por fin, nos disponíamos a ir de en busca, de una buena vez de aquello que buscábamos. Y finalmente cuando el chofer arrancó, no pude más que sentirme orgulloso y feliz de nosotros mismos.
Como dije una larga distancia temporal y espacial nos separaban de nuestro destino. El único remedio ante semejante complicación era la lectura y teniendo en cuenta mi idea de poder documentar por esto escrito esto que estaba por vivir, decidí traer conmigo algunos textos que me recomendó mi profesora de taller. Cuán acertada estaba al encomendarme autores como Caparrós, Walsh, Juan José Saer, que me ayudaron a romper el esquema arcaico que tenía acerca de una crónica y me permitieron encarar mi proyecto desde otro lado.
Una vez allá, paramos en la Escuela 308 “Patricias Argentinas”, donde principalmente estuvimos toda la semana. Todavía no he contado que es lo que hacemos allí en particular y creo que este es el momento adecuado para hacerlo. Nosotros adoptamos una postura lúdica, recreativa. Si, vamos y jugamos con chicos. Ahora, muchos dirán “¿eso de qué sirve?”, “es sólo una vez en el año y después no los ven más, ni ellos a ustedes ni ustedes a ellos”, “al final lo único que hacen es jugar y nada más. Allá la gente necesita otra cosa”. Bueno, yo les puedo asegurar que sí influye en sus pequeñitas vidas…y mucho. Consideramos la importancia de brindar un espacio para que los chicos desarrollen su lado recreativo, físico y artístico, ya que el colegio y la realidad que les toca vivir no se los brinda. Pero ahora el tema es ¿cómo repercute esto en su cultura? Nosotros trabajamos con cuentos tradicionales de ellos, siendo siempre muy respetuosos con todo el bagaje cultural con que vienen. En un trabajo en conjunto con Félix, un aborigen de la zona, mantenemos costumbres, historias y creencias, amoldando nuestras actividades. También tratamos de hacer una concientización de sus derechos (siempre desde lado del juego). Volviendo al cuestionamiento del poco tiempo que allí estamos debo contar una anécdota de este año, en la que uno de los chicos cundo nos disponíamos a hacer una obra de títeres, nos pidió si podíamos representar la del año pasado que hablaba del carancho (personaje de gran importancia en su cultura) que tanto le gustaba.
Por otro lado, tratamos de hacer un recorrido por la colonia para poder escuchar las historias de vida de cada individuo. Historias que muchas veces aterran, otras entristecen, muchas generan sentimientos de impotencia, pero también las hay aquellas que acarrean un sinfín de risas. Como me había propuesto, me encaminé a reportar todo lo que veía y escuchaba. Actividad que tuvo una gran dificultad, a causa de mi falta de entrenamiento.
Pasada la semana vuelta se volvió mucho más difícil de lo que parecía en un principio. Pero nos quedamos muy tranquilos sabiendo que a pesar de no ser muchos, pudimos sobrellevar la carga, y desenvolvernos bastante bien frente a las diferentes complicaciones que surgieron. Una vez más volvíamos a nuestras casas.
¿Cómo hago ahora?
Una vez de vuelta, me dispuse a sentarme y escribir sin mucho sentido, sin muchas exigencias, simplemente lo que saliera. Poco a poco (ya estando cerca de la fecha de entrega del trabajo) empecé a darle forma a todo ese revoltijo de fragmentos sueltos y bastante incoherentes, hasta escribir una la primera parte de mi crónica. Tres días más tarde, habiendo ya fijado mi objetivo en la culminación del trabajo, releo lo escrito y me doy cuenta que poco se acercaba eso a lo que yo realmente buscaba y en un ataque de furia, impotencia arrojé el texto a la basura, como si decidiera abandonar esta visión simplista que tenía y de a partir de ese momento me comprometiera a hacer algo más elaborad y adecuado a lo que la comunidad Toba merecía.
Con este nuevo giro, me planteé tomar a una de las personas que más habían marcado, y contar su vida, haciendo un paralelo con mi llegada. Pero luego pensé que yo no era quién como para adoptar la personalidad de este aborigen y hacer de su historia un simple y corto relato. Considero que sería siempre incompleto y en muchas partes banal. Esto tampoco me cierra las puertas a una futura reconstrucción de este personaje y su historia, simplemente entiendo que este no es el espacio ni el momento adecuado.
El problema es entonces, qué escribo ahora, cómo y desde qué visión. Para lo que me permití la reescritura de la crónica, pero esta vez siendo más explícito y detallado, respetando a ellos como cultura, pero principalmente como seres humanos. La ayuda de algunos libros propios y otros prestados me acercaron cada vez a esta magnífica cultura y a que pudiera reconstruir el viaje de la mejor forma. No sé muy bien del todo si este es el mejor espacio como para denunciar las injusticias allí cometidas, por lo que traté de ser lo más exigente posible en este punto. Les pido que sepan disculparme si no he cumplido con mi palabra, sé por momentos la indignación se apoderó de mí y no pude contenerla.
Tomen esto como una pequeña aclaración (muy corta para escribir cuento sobre ella y muy larga como para ser una nota al pie de página) que les va permitir comprender un poco mejor por qué escribí lo que escribí.
lunes, 8 de septiembre de 2008
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