domingo, 11 de mayo de 2008

La caída de una estrella

- ¡Suéltenme, cerdos capitalistas! ¡Represores del Estado! ¡Malditos italianos! No tienen idea de lo que hacen. No entienden nada. No saben lo que están generando. ¡Déjenme salir!

Esto no puede estar pasando. Qué es lo que estoy haciendo acá. Alguien me tiene que escuchar. Pero estos estúpidos no entienden una palabra de lo que les digo. Otra vez no, la cárcel otra vez, no. No podría aguantar otro año más ahí dentro. De ese lugar no se vuelve. Qué ciertas eran las palabras de Foucault al afirmar que el sistema carcelario no te reinserta, sino que te excluye cada vez más. No puedo volver a una celda. No sería capaz de soportarlo. Pero, ¿qué puedo hacer? Pierluigi está muerto, y Julie es buscada por toda la policía francesa. Sólo puedo confiar en el resto, pero… ¿Qué soy para ellos? Lo único que debía hacer era cumplir mi misión y fallé. Me lo merezco.

Parecía tan fácil. ¡Antonie traidor! Cómo pudiste hacernos esto. Teníamos la revolución en nuestras manos. Por fin el mundo se daría cuenta que este sistema no puede seguir gobernando y comprendería la necesidad del cambio socialista. Qué cerca estuvimos. La historia se vuelve a repetir. El muro se ha vuelto a desmembrar.

Y ustedes. Simples marionetas de este Estado oligarca y anti-popular. ¿Qué les pasa? No ven acaso la miseria a su alrededor. Xenófobos. Siempre han actuado de la misma forma. Reprimiendo al diferente. Primero mataron a miles de judíos y ahora yo, un simple uruguayo, un pobre Sudaca. ¡¿No se dan cuenta que acaban de terminar con la última esperanza de revolucionar este mundo corroído por el dinero y la ambición?! Lamentablemente este es el destino que siempre les ha tocado vivir a los intelectuales activistas como yo.
¿Qué queda de mí ahora? Sé que de esta no puedo salir. Y mi estado de ilegal, no ayuda mucho tampoco. Alguien que me ayude por favor. ¡Sáquenme de acá! No me queda otra más que aceptar mi destino. No tengo familia, mi novia está prófuga de la ley, mis amigos se han olvidado de mí.

Lo único que tengo son mis ideales. Pero ahora de qué me sirven. Qué iluso, querer cambiar al mundo. En qué estaba pensando. ¿A quién se le ocurre semejante estupidez? Mira ahora donde estoy. Lo último que me quedan son mis sueños rotos, mis ideas cuestionadas y mi esperanza desecha. Dentro de unos minutos pasaré a ser, por el resto de mi vida, un simple número en las estadísticas, un chivo expiatorio, una promesa sin cumplir, la escoria de la sociedad, seré aquel ejemplo de lo que no hay que hacer, aquel miedo que despierta en las personas y que hace que se mantenga como simple peones, inertes, como engranajes indistinguibles uno de otros. Dentro de unos minutos seré un nuevo convicto y nada puedo hacer para cambiar mi destino. Ya no hay vuelta atrás, ya nada puedo cambiar. Tenemos lo que nos merecemos.

El sueño se ha vuelto a romper.

No hay comentarios: