domingo, 11 de mayo de 2008

¿Y ahora qué?

Se fue, si. Se ha ido. ¿Cuál será su verdadero rumbo? ¿Hacia dónde se dirigirá verdaderamente? ¡Cómo lo odio! ¡Qué estúpida! Cómo deje que se fuera sin que prometiera volver a verme. Yo siempre tan fría, tan orgullosa… y ahora, ahora no está.

Y vos. Con tus mapas, tus libros, tus historias de lugares tan lejanos. Y el dinero, cómo te ha cegado todos estos años. Pero no importaba, yo te ame, te amo y siempre te amaré. Se que no fui una esposa muy afectiva. Nunca lograste descubrir todo mi amor. Pero vos… siempre en tu mundo, en tus viajes.

¡Ay! ¡Qué dolor que siento en mi pecho! Dios, ¿qué es esto que me pasa? Mi corazón parece haberse ido contigo, amado esposo. No siento nada y a la vez sufro un gran vacío. Todavía alcanzo a ver el barco y ya te siento tan distante.

¿Qué haré ahora de mi vida sin ti? Ni nuestros hijos podrán compensar el hueco que has dejado. Mis mañanas, mis tardes y noches no volverán a ser lo mismo. ¡¿Cómo haré para soportar este dolor?! Dios, si realmente estás ahí, ayúdame. Aleja de mi este pesar. Sólo la paciente Penélope, podría llegar a comprender mi dolor. ¡Yo te esperaré Ulises!

Aquí estaré. Me haré cargo de tus hijos y de tu tierra. Los educaré y les hablaré de ti. Si, eso voy hacer. Ellos conocerán el honrado padre que han tenido… que tienen. Y a tu regreso, enorme será tu sorpresa al verlos con esposa, dinero e hijos. Ay amor, como ansío tu regreso. El desgraciado tiempo pareciera burlarse de mí deteniendo sus agujas. Ahí vas, y aquí esperaré. Será tu amor el que me mantenga de pie.

Adiós esposo mío. Se que mi amor te traerá de vuelta a casa. Adiós mi amor.

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