lunes, 18 de agosto de 2008

El héroe de las mil caras

Así Joseph Campbell titula su libro en le cual realiza un análisis, un tanto psicoanalítico, del mito. Hace mención a un número de generalidades sobre el tema. Los componentes del mito, el modo de interpretación, el modo de apreciación, “normas y reglas básicas”, etc. De manera significativa y saliente, podemos rescatar al menos dos reflexiones primordiales: el héroe mitológico y modo de análisis que hay que tener sobre ellos.
Haciendo referencia a este heroico protagonista, podemos extraer algunos puntos interesantes. Campbell afirma que la aventura mitológica de este personaje se reduce a tres grandes momentos: la separación, la iniciación y el retorno. Formando una fórmula universal, presente en toda obra. Tomando los cuentos religiosos como parámetro, afirma que el héroe parte de una tierra conocida, cercana. Generalmente inicia sus aventuras en su tierra de origen, o bien, en lugares que le son familiar. Luego, un acontecimiento maravilloso ocurre y se lo encomienda a realizar un viaje hacia lo desconocido, lo lejano y lo peligroso. Un viaje que lo separa de su cotidianeidad, que lo lleva por caminos sinuosos e ignotos. Debe dirigirse hacia un escenario totalmente opuesto al cual estaba acostumbrado, donde está obligado a superar peligrosísimas pruebas que pondrán su vida en peligro en más de una ocasión. Una vez alcanzado el objetivo nuestro héroe vuelve victorioso y airoso a la comodidad de su casa, donde es recibido como salvador. Así logra reinsertarse en la sociedad y continuar con su vida normal hasta que se le presente una nueva aventura que emprender.
Por otro lado, debemos hablar sobre el modo de análisis del mito. Según Joseph Cambell, debe dejarse de lado la interpretación científica. Es decir, debemos dejarnos llevar por la magia, los misterios, los acontecimientos sorprendentes e inimaginables, dejando de inspeccionarlos con una lógica científica que no contribuye en nuestra interpretación. Es necesario, comprender que el mito debe contemplarse como huella del pasado, sin buscar adaptaciones a nuestra realidad temporal. Deben ser tratados con la seriedad que se merecen, sin caer en clásicos que prejuicios que ponen a los mitos como meros cuentos infantiles. Ya lo mencionaba Aristóteles en sus reflexiones sobre el teatro griego: no se trata de obras sencillas que sólo buscan el entretenimiento de la audiencia, sino que se habla de comedias, de tragedias, en donde el entretenimiento pasa a segundo plano, y la transmisión de valores morales pasan a ocupar en plano principal de las obras.
Considero que estos puntos son de vital importancia para comprender, estudiar y apreciar un buen cuento mitológico. Las barreras a superar en la interpretación y el conocimiento del héroe, protagonista de innumerables aventuras. Estas reflexiones pueden apreciarse en distintos tipos de obras literarias: cuentos maravillosos, tradicionales o leyendas. Por lo que no se ajustan solo a los mitos sino también a todo este tipo de géneros. Radica ahí la prioridad que le otorgo a estas dos cuestiones, hechas originariamente por el locuaz Jospeh Campbell.

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